20 de septiembre de 2006

Robe, Víctor y el bolchevique

En el minúsculo y húmedo piso de estudiante sonaban de forma machacona guitarras estridentes, voces aguardentosas y frases de una “estrellita pequeñita pero firme”.
La cinta daba vueltas y vueltas en aquel radiocasé en el que Víctor, barba y pelo negro largo, se había hecho fuerte. “¿Pero no puedes poner otra cosa?”, no me cansaba de decirle mientras compartíamos un café con vodka y nata. Tras varios meses, dejamos aquel espacio compartido, recogimos nuestros enseres, nos dijimos hasta luego y tiramos cada uno por su lado. Recuperé el radiocasé, pero Víctor jamás pudo recuperar su cinta de guitarras estridentes y voces aguardentosas. Se había quedado escondida en las tripas del aparato. Pocos días después de la despedida descubrí que echaba de menos aquella música y aquel “yo tó borracho consumo las horas, mientras encuentro alguna luna que ande sola”. La cinta de Extremoduro volvió a dar vueltas, y vueltas y vueltas. Y empecé a comprender qué significaba aquello de la estrellita y que no hay mejor forma de describir el dolor que la sentencia de Robe, por muy vulgar que pueda parecer: “voy a hacer un tambor de mis escrotos, sólo dejó, dejó sólo una foto”. Haciendo caso a un buen consejo, hace poco he visto La flaqueza del bolchevique, que tiene como banda sonora canciones de Extemoduro. Y he recuperado el placer de poner el radiocasé del coche a todo volumen para escuchar guitarras estridentes, voces aguardentosas y frases que salen de dentro, de muy adentro. “Vomité mi alma en cada verso que te dí”, confiesa Robe. El vídeo de la última canción que suena en La flaqueza muestra al cantante de Extremo recitando el principio y el fin de un gran descubrimiento: el poema Ideario de Francisco Ortega Palomares:

Me da vértigo el punto muerto
y la marcha atrás,

vivir en los atascos,
los frenos automáticos y el olor a gasoil.

Me angustia el cruce de miradas
la doble dirección de las palabras
y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me da pena la vida, los cambios de sentido,
las señales de stop y los pasos perdidos.
Me agobian las medianas,
las frases que están hechas,
los que nunca saludan y los malos profetas.
Me fatigan los dioses bajados del Olimpo
a conquistar la Tierra,
y los necios de espíritu.
Me entristecen quienes me venden clines
en los pasos de cebra,
los que enferman de cáncer
y los que sólo son simples marionetas.
Me aplasta la hermosura
de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barras,
el baile de etiquetas.
Me arruinan las prisas y las faltas de estilo,
el paso obligatorio, las tardes de domingo
y hasta la línea recta.
Me enervan los que no tienen dudas
y aquellos que se aferran
a sus ideales sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido,
parado frente al mar mientras que el mundo gira.

10 comentarios:

  1. ¿nostalgia y melancolía?

    ResponderEliminar
  2. Anónimo1:35 p. m.

    A parte da nostalxia ou a melancolía que eu tamén detecto, creo que é sano recuperar a Extremoduro de cando en vez. Está claro que quen non saiba recoñecer a poesía e a fermosura das súas cancións non merece o placer de desfrutala.
    Recoméndoche, na mesma liña, outro grupo que descubrín nos últimos anos, aínda que levan tempo, Marea.
    Bicos

    ResponderEliminar
  3. Sí, puede que sea nostalgia y melancolía. Pero todavía puedo tomarme esos cafés con Víctor mientras Extremoduro pone la banda sonora. La vida da muchas vueltas.

    ResponderEliminar
  4. Bueno, gracias, pero yo estoy animado. No sé si es que no se ha entendido el comentario anterior. Lo que quiero decir es que desde hace un año lo veo muy a menudo. Así que en cualquier momento nos tomaremos ese café.

    ResponderEliminar
  5. Anónimo7:16 p. m.

    No siempre miramos atrás por nostalgia y melancolía. A veces simplemente lo hacemos por el placer y el misterio de descubrir que lo que antes producía indiferencia ahora está lleno de significado. Es delicioso constatar que somos cambiantes, que la vida puede darnos sorpresas en cualquier momento porque la sorpresa está en nosotros.

    ResponderEliminar
  6. Creo que Extremo fue muy importante para ese grupo de estudiantes que nos reuníamos cada semana en el Gasteiz y otros antros compostelanos.

    ResponderEliminar
  7. Extremoduro es un grupo que hace apología de las drogas pero nadie dice nada. Después nos echamos las manos a la cabeza cuando vemos a niños de 16 años meterse rayas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y lo hacen con tanta poesía, que hasta a uno le dan ganas de meterse esas rayas.

      Eliminar
  8. Anónimo9:58 a. m.

    Gracias por citar el poema.

    Un saludo

    http://elsexodelasmoscas.bitacoras.com

    ResponderEliminar

Compartir