Escribo

Escribo del pasado cuando el presente no da argumentos y el futuro es la incógnita. Escribo a bolígrafo cuando escupe lo que llevo dentro y el teclado me ata a la crónica. Escribo. Escribo, sin pretenderlo, con rima interna, eterna. Escribo. Escribo a mano alzada, con la luz pegada, a pecho descubierto y sin conciencia de lo incierto. Escribo. Escribo lo que siento. Escribo, como Ana, un puñado de palabras vacías; vacías de significado pero muy llenas de sentimiento. Escribo de forma intermitente, sin ataduras ni disciplinas aparentes. Escribo. Escribo contra la mordaza, la de la palabra y la de la mente, consciente, como Gabriel, de que la palabra es un arma cargada de futuro. Escribo contra la censura impuesta, autoimpuesta. Escribo. Escribo para no imponer, para excitar la opinión. Escribo para que dejes tu comentario, quizá tan sólo un renglón. Escribo para hacerme daño, para saber, como Leopoldo, que soy yo y no otro.