Mientras escribo esto, las delegaciones de Caixa Galicia y Caixanova mantienen la reunión de hoy para intentar salvar los últimos escollos de la negociación previa para la fusión de las dos entidades.
Son, como en otras ocasiones, horas de vértigo, de esas que podrían ser decisivas para determinar si la integración sale o no adelante. Los últimos movimientos parecen despejar el camino. El aval del Banco de España a los números y el giro de los socialistas gallegos que ahora dicen respaldar la fusión reducen las trabas a las exigencias del presidente de Caixanova, Julio Fernández Gayoso, y a las dudas que expresa el ministro José Blanco cuando se deja caer por Galicia. El camino recorrido hasta aquí ha estado lleno de silencios, filtraciones, especulaciones y juegos de estrategia que impiden saber con exactitud a qué responden los movimientos de cada actor. Pero seguramente en el futuro se escribirá la historia de esta partida. Y sería muy grave si se comprueba que alguien ha manejado los intereses personales por encima de los generales.
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