Llevo unos días con la extraña sensación de que le debo comentarios a mucha gente, como si a final de año tuviese que rendir cuentas con aquellos a los que debí decir gracias en lugar de dirigirles tan sólo una mirada; como si tuviese que emular al Silvio que escribió y cantó su Testamento. Le debo, por tanto, una canción a la chica que me abordó en un tren cuando tenía tan sólo 18 años y aún hoy soporta mis bajones y malos humores. Le debo una canción a la persona que se escondió conmigo en alguna planta de la Facultad en medio de aquel ‘peche’ nocturno. Le debo una canción a quien corrió detrás de mi calles y calles porque no soportaba un enfado como final de aquella enésima discusión. Le debo una canción a quien me hizo sonreir y reir; quien consiguió que por primera vez en mi vida no fuese a clase. Le debo una canción a la niña de pelo corto que me enseñó que tenía que valerme por mi mismo sin pensar en qué dirán los demás; que sólo buscando dentro podría encontrar fuera. Le debo una canción a la hermana que nunca tuve, a los ojos verdosos que me cautivaron en el charco de Escandinavia.
Después de todo un año, le debo canciones a mucha gente; pero después de 15 años este post es, por fin, para ti.
Gracias, amigo, por recordarnos esos versos...
ResponderEliminar"...Le debo una canción
a lo imposible,
a la mujer, a la estrella,
al sueño que nos lanza:
le debo una canción indescriptible
como una vela inflamada
en vientos de esperanza"
No sé por qué, pero por extraños circuitos cerebrales, siempre que oigo estos versos me acuerdo de estos otros de la "canción contra la indecisión"; también, en mi opinión, muy buenos:
..."¿Qué dejarás, qué dejaré,
qué dejaremos hoy de hacer?
Pudiera ser que de un tal vez
nunca volviera a amanecer"
Gracias de nuevo. Y por cierto, he visto en "youtube" a Ainhoa Arteta cantando "la vida"... y bueno, es verdad que aunque no sea lo mismo, también es verdad que es igual...
Carlos. A Coruña.