El día ha sido, al menos informativamente hablando, muy coruñés. Dos de esos temas casi sagrados han reaparecido en la agenda del día, como desde hace muchos años, casi de forma periódica.
El aeropuerto de Alvedro y la Facultad de Medicina son como dos piedras filosofales, dos objetivos irrenunciables e incuestionables. Al menos quien ose cuestionarlos tendrá casi de inmediato un coro de voces que le quitarán las ganas de volver a hacerlo. Durante estos años ha habido demasiado apasionamiento localista y escaso reposo analítico cuando se ha tenido que hablar de la titulación de Medicina y del futuro de Alvedro. Quizá por eso muchos se echaron las manos a la cabeza cuando oyeron al ministro de Fomento, José Blanco, decir que algunos pequeños aeropuertos dejarían de tener controladores. De nuevo aparecía esa mano negra que, según algunos, persigue desde hace años el cierre del aeropuerto coruñés. Y esa vez la mano negra era el guante que se había enfundado el gallego que un día fue Pepiño y hoy es Don José. Fomento ha dicho que de eso nada, que Alvedro conservará sus controladores cuando ya arreciaban las críticas lanzadas sin antes analizar las ventajas e inconvenientes del sistema alternativo. Alvedro y Medicina. La Facultad tendrá que esperar. Porque entre las estrecheces económicas del momento actual y el cierre del grifo de Facenda bastante tiene el Rectorado con mantener lo que ya tenemos. Así discurre la historia de este miércoles, 13 de enero: con mucha palabra y poca novedad. Menos mal que esta tarde tenemos fútbol.
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