14 de enero de 2010

De temporales y centros meteorológicos

Debo confesar que del temporal de viento de la pasada madrugada ni me enteré. No se extrañen: el día que el Prestige crujió frente a las costas de A Coruña dormía la siesta a pierna suelta, inconsciente de lo que estaba pasando ahí fuera.
Pero muchos esta pasada madrugada se despertaron sobresaltados. Sin que nadie lo hubiese avisado, los vientos azotaban los ventanales con virulencia y una estación meteorológica registraba en Vimianzo rachas de hasta 146 kilómetros por hora. Si al viento lo pilla la Guardia Civil, se queda sin puntos para el resto del invierno. La previsión del tiempo falló. Se agradece a MeteoGalicia una sinceridad que sirve de coartada a los responsables de Emergencias de Xunta y Gobierno central que no activaron ningún dispositivo preventivo, no suspendieron las clases ni activaron la alerta que, según el responsable de Protección Civil en A Coruña, debía ser más roja que la selección. ¿Fue un fenómeno imprevisible? ¿Hubo una mala interpretación de los datos? Quien tenga la respuesta que levante la mano. La historia es en demasiadas ocasiones muy cruel. El temporal de viento ha coincidido en el tiempo prácticamente con el terremoto de Haití, con decenas de miles muertos; la peor tragedia de Latinoamérica, según El País. Allí la pregunta que nos hacemos aquí es sencillamente ociosa. ¿Era previsible el terremoto? Qué más da. Aunque lo fuese, la tragedia estaba servida.

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