Quizá en la calle aún no nos hemos dado cuenta, pero ya está aquí el entroido, el carnaval. Pronto veremos las máscaras, los disfraces y, como no, nuestros choqueiros, que invadirán el martes de carnaval todo el entorno de la calle de la Torre.
Aún es pronto para que ese ambiente se palpe, pero, no lo duden, todo llegará. El carnaval es ese paréntesis en el que nos permitimos ser otros y en el que la crítica, la parodia y la retranca superan unos límites que no aceptaríamos en otra época del año. Y conviene que ese espíritu siga presente. En alguna ocasión hemos lamentado que la fiesta haya perdido el tirón de antaño, pero sobre todo echamos de menos esa desvergüenza, esa ácida mirada, esa capacidad de sacarle punta a todo y de reirnos de nosostros mismos. Quizá también en algún momento pedimos mayor esfuerzo municipal para revitalizar el carnaval. Pero seguramente ésa no sea la clave. El entroido es lo que es cuando nace de abajo para meterse con los de arriba.
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