No me dirán que no tendría gracia que el concejal de Fiestas de A Coruña, Carlos González Garcés, recogiese el guante y se disfrazase de torero en los próximos carnavales, que serán los últimos para él en este cargo.
La propuesta se la ha lanzado hoy el portavoz de la comparsa Os Maracos, Romualdo Irijoa, uno de los dinamizadores del entroido coruñés. Pero Garcés no está para muchas bromas. Tras muchos años en el Ayuntamiento tendrá que dejarlo porque consideraba que la lista socialista debería reservarle un puesto más alto del que le ofrecía Javier Losada. Y eso le dolió. Hoy, Garcés ha tratado de convencernos de que para él será un carnaval más, pero parece obvio que tiene algo de especial porque todo lo que haga de aquí a mayo tendrá esa etiqueta que marca la puerta de salida. A Garcés se le ha visto como la voz del vazquismo en el bipartito municipal. Y por eso hoy todas las preguntas tenían que ver con el relevo de Francisco Vázquez como embajador de España ante el Vaticano. La coincidencia de las dos salidas puede ser el símbolo de una etapa que se cierra para siempre. No descarten que, si Vázquez se marchó al ritmo del La, la, la, Garcés no lo haga de traje de luces.
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