Diez años ya. Hace diez años A Coruña se entregó a la felicidad cuando Donato remató de cabeza, abrió la puerta del único título liguero cosechado hasta ahora por el Deportivo y redimió a una afición golpeada todavía por el infausto penalty de Djukic.
Por aquí apenas hay que explicar las emociones, las sensaciones, los sentimientos que implicaron aquel momento. A pesar del paso de los años, a muchos hoy en día se les pone la piel de gallina con sólo recordar la fuente de Cuatro Caminos llena hasta la bandera, o el remate de Donato o el gol de Makaay. O con sólo recordar aquel largo e intenso verano en el que no dejaron de sonar los cánticos deportivistas en las calientes noches coruñesas. Han pasado diez años y una década después el Dépor sigue en primera. Es cierto que no se codea con los grandes, que ya no es el asombro de Europa ni un granero para la selección. Pero el Dépor sigue en primera, con sus aciertos y sus errores, sus virtudes y defectos, sin que en muchas ocasiones seamos conscientes de las dificultades que eso entraña y de lo cerca que está el infierno. Quién sabe, quizá dentro de diez años volvamos a tocar el cielo.
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