10 de mayo de 2010

De faros y museos

Hace ya casi un año que la Torre de Hércules es monumento Patrimonio de la Humanidad. En aquel momento, muchos eran conscientes de que en Sevilla no terminaba nada, sino que empezaba todo.
Una de las ideas más interesantes que se han escuchado desde aquel 27 de junio es la que ha reiterado estos días el que fue ministro de Cultura, César Antonio Molina. El escritor soñó un día que la vieja cárcel se convertía en el Museo de los faros y los océanos; la antigua prisión, que mira de frente a la Torre, era transformada en un espacio único en el mundo. La semana pasada, en Los Desayunos de Redacción de Radio Coruña Cadena SER, el director del Museo Nacional de la Ciencia y la Tecnología, Ramón Núñez Centella, apuntalaba esa idea. Incluso avanzaba que prepara un espacio expositivo para la tecnología del faro, porque es la asignatura pendiente con el monumento. Hoy, el primer teniente de alcalde, Henrique Tello, ha remado en la misma dirección porque el centro de interpretación de la Torre que propone es compatible, e incluso complementario, con ese museo de los faros. Es cierto que existen otras propuestas, que el alcalde apuesta por un parador que tendría un indudable encanto. Pero merece la pena estudiar el sueño de Molina. La relación de A Coruña con su faro y con el mar es una de las grandes señas de identidad de esta pequeña península atlántica. El museo de los faros y los océanos completaría una red que ha demostrado que los espacios expositivos también pueden ser vivos, dinámicos e imaginativos, la gran muestra de la curiosidad.

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