25 de abril de 2008
¿Por qué nos queda Portugal?
Tal día como hoy, hace 14 años, el aula magna de la Facultad de Periodismo de Santiago amaneció con un clavel rojo en cada pupitre.
Poco después supimos que el autor había sido Ramón, aquel chico mayor que siempre vestía de negro y que siempre recordaremos por su sonoro aplauso cuando el profesor Xosé Ramón Barreiro nos llamó mediocres. Algo más tardamos algunos en saber a qué venía aquello de los claveles rojos.
En Almada sigue en pie el Cristo Rei. Con los brazos abiertos, el regalo de Franco a Salazar tras la Segunda Guerra Mundial mira hacia Lisboa. Pero para llegar hasta allí desde la capital hay que cruzar el ruidoso puente 25 de Abril, el otrora puente Salazar.
En muchas ocasiones, desde Galicia y España hemos mirado con soberbia a Portugal. Quizá nos sentíamos fuertes comprando toallas al peso con nuestra 'todopoderosa' peseta. Pero deberíamos cambiar esa mirada altiva por ojos de respeto ante un pueblo que dio una lección a aquellos que dejaron morir al dictador en la cama.
A las 0,25 del 25 de Abril de 1974 sonó en Radio Renascença (el nombre de la emisora no podía ser más apropiado) el Grandola Vila Morena de Jose Afonso. Era la señal. En Portugal tuvieron himno y símbolo: los claveles rojos en los fusiles de los soldados. En sólo 6 horas una dictadura de 50 años se venía abajo.
Por eso, y no sólo por eso, quiero volver al Bairro Alto. Quiero beber sangría y comer pizza en el Stravaganzza. Quiero viajar en tranvía, visitar los Jerónimos, la Sé o la Torre de Belem. Quiero perderme en sus calles y mirar con respeto a un pueblo que, ese sí, "e quem mais ordena".
Etiquetas:
Política,
Portugal,
Revolución de los Claves
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Galicia y España.
ResponderEliminarSi te digo que mi madre casi me llama Grándola... Es lo que tiene nacer un año y un día después y ser hija de una roja.
ResponderEliminarBicos
Recuerdo una anécdota del 25 de Abril que se ha contado ya muchas veces, y que creo ejemplifica el espíritu de aquel movimiento. Me refiero a una columna de tanques que, entrando en Lisboa, se toparon con un semáforo en rojo y... pararon hasta que cambió al verde! Sea verdad o no, representa, me parece a mí, el profundo respeto que un grupo de oficiales ofrecieron a Portugal y a todo el mundo, convencidos de que la libertad e igualdad eran posibles... y no está mal recordar, de vez en cuando estas cosas...
ResponderEliminarCarlos. A Coruña.