21 de septiembre de 2007

Lela


Hace 14 años se murió mi abuela. Pasó la última etapa de su vida aquejada de Alzheimer y sus últimos días ocupando mi habitación, mientras yo buscaba un lugar en el que preparar la selectividad.
Recuerdo aquellos momentos con bastante claridad, la misma que ella no tuvo. Me hacía gracia cuando desde la mecedora hablaba con el señor que salía en la televisión o cuando discutía consigo misma al verse reflejada en el espejo. Me entristecía cuando comprobaba que aquella mujer curtida en mil batallas y que en ocasiones parecía invencible poco a poco se iba difuminando, iba desapareciendo. Murió poco después de la selectividad. Se fue poco a poco, sin dolor, según mi madre decía a alguien por teléfono en el momento en el que me enteré de que Lela, así la llamábamos, se había ido para siempre. Para siempre. Aquellos días no lloré. Creía que mi madre me pedía que no lo hiciese cuando me miraba. No lo hice. Algunos años después, mientras intentaba dormir en la minúscula habitación de la pensión que me acogía en Santiago, me acordé, sin saber muy bien por qué, de mi abuela. Me acordé de las galletas de nata que nos subía cuando mi hermano y yo veíamos en su casa el partido de baloncesto que retransmitía TVE con la voz de Pedro Barthe. Me acordé de sus paseos por la playa de San Jorge, perseguida de la malhumorada perrita Laika. Me acordé de su sonrisa, de su mirada, de sus frases hechas ("calou e non dixo nada"). Me acordé de su humanidad, de su bondad, de la cascarilla que le llevábamos los domingos porque en Ferrol no la había. Y lloré. Como un niño, solo, perdido en la oscuridad de aquella inmensa habitación, desconsolado.
El día 21 de septiembre se conmemora el Día Internacional contra la enfermedad de Alzheimer.

6 comentarios:

  1. Anónimo10:42 a. m.

    Emotivo relato e preciosa foto.¿O anano ese eras ti? Se así é, foches a menos..jejejejeje

    ResponderEliminar
  2. Es una pena que no para todo el mundo sean tan importantes sus abuelos. yo también me crié con ellos y cada día me sigo acordando. Mi abuelo me dejó un poco más huérfana hace ya diecisiete años. ¡Ya! Y mi abuela el año pasado. No le faltó nada para conocer a su bisnieta, pero cien años de vida estupenda son de agradecer.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo1:13 p. m.

    Estoy en el trabajo y he tenido que hacer un auténtico esfuerzo para no llorar.
    Qué afortunada si despertó tanto amor en ti.
    un abrazo con 14 años de retraso.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo1:21 p. m.

    Buuff, digo o mesmo que anónimo, case me cae unha bágoa.
    A verdade é que a min tamén me espertou sempre unha especial sensibilidade o tema dos avós-as, aínda que lamento leerte tan triste. Espero que esteas máis alegre do que pode deducirse deste texto.
    O peor momento da miña vida estivo asociado a unha das miñas avoas (a materna) e aínda lembro cando, a piques de cumprir os 7 anos, morreu a miña avoa paterna. Todo o mundo estaba moi triste e eu, non entendía moi ben que pasaba, aínda que ao final tiven unha pequena celebración de cumpreanos e todo.

    ResponderEliminar
  5. Y yo lloro al leer lo que escribes, pensando en la mía. Qué texto tan bonito Marcos. Igual que el niño que sale en la foto, que supongo que serás tú jeje. Un beso

    ResponderEliminar

Compartir