19 de febrero de 2007

El holandés errante

Según la tradición, el holandés errante es un buque fantasma que no puede volver a puerto, condenado a vagar para siempre por los océanos del mundo. El velero es siempre oteado en la distancia, a veces resplandeciendo con una luz fantasmal. Si otro barco lo saluda, su tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes a tierra, a personas muertas siglos atrás (wikipedia).
Nuestro particular holandés errante es el Ostedikj, el buque de esa nacionalidad, cargado de 6.000 toneladas de fertilizante en descomposición que emite gases tóxicos, "irritantes" en la terminología oficial. Tras hablar con unos y con otros, que para eso me pagan, extraigo varias conclusiones. La primera es que de nuevo las autoridades han intentado sacarse de encima un problema en lugar de solucionarlo. El llamado gabinete de crisis, que cada día que pasa tiene un portavoz diferente, tenía como primera intención que el barco siguiese su rumbo, al igual que se hizo con el Prestige cuando se le quiso enviar "al quinto pino", también en la terminología oficial de la época. Aún recuerdo cuando las autoridades del PP anunciaron como gran noticia que el petrolero que vomitaba fuel "ya" estaba en aguas portuguesas. En uno y otro caso, sacarse el problema de encima, lejos de solucionarlo, lo agrava. Mi segunda conclusión es que de una vez, con valentía, con transparencia, con criterios técnicos y con razones motivadas, las autoridades deben fijar cuáles son los lugares de refugio para los barcos en situación de emergencia. Para que se sepa desde el principio a dónde se debe dirigir el buque y evitar posibles negociaciones políticas sobre quién se debe comer el marrón. Y esa zona deberá ser preparada y compensada por esa función que debe cumplir. ¿Nada ha cambiado entonces? Nos queda el consuelo de ver una aparente mejor coordinación, aunque los fallos de comunicación siguen siendo clamorosos, y saber que disponemos de un buque polivalente de salvamento marítimo, que es del Estado y que, por tanto, no está sujeto a oscuras negociaciones de los que quieren sacar tajada de la desgracia y la emergencia.

2 comentarios:

  1. Sí señor. Me encanta la comparación con la leyenda del Holandés Errante. Me gusta mucho cómo escribes :)

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  2. A veces yo también me siento como el holandés errante... a la deriva.

    En cuanto a nuestro gobierno... "sólo cambian los collares"...

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