17 de noviembre de 2005

Mi abuelo, Laika y el 600


Mi abuelo tenía un 600. Decía que no quería un coche nuevo porque ya tenía el mejor coche del mundo. Las puertas de aquella joya se abrían al revés. Fue de los primeros coches que llegaron a ese grupo de casas que conforman el núcleo de Balón, cerca de Ferrol. Décadas después de comprarlo, mi abuelo seguía al volante de aquel 600 color crema. Todos los días del año, lloviese o tronase, abría la puerta de su querido coche, dejaba pasar a su perrita de nombre Laika y conducía hasta la playa de San Jorge donde mi abuelo se sentía bien. Un 600, una perrita pekinés y una playa. No necesitaba nada más. Ni correr, ni aire acondicionado, ni grandes lujos. Sólo lo justo para sentirse bien. En época de salidas masivas por carretera, de accidentes de tráfico, de coches veloces, de locos al volante, bueno es recuperar la filosofía del 600: el placer de conducir tranquilo el coche de uno -el mejor coche del mundo-, una perrita y una playa.

4 comentarios:

  1. Anónimo4:41 p. m.

    Esto me suena....pero me sigue gustando como la primera vez que lo leí!

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  2. Es cierto. Se emitió en agosto, pero lo he recuperado para el blog.

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  3. Anónimo5:42 p. m.

    Una de las mejores maneras de recuperar la paz.

    Gracias por rescatar el artículo.

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  4. Laika... virgin? Sip, a mí también me suena a rollo ochentero...

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