17 de agosto de 2011

De los retrasos en el pago de las Administraciones

Los autónomos han elevado hoy la voz para denunciar que algunos ayuntamientos de la provincia de A Coruña tardan hasta dos años en pagar a sus proveedores. Los retrasos, en la mayor parte de las Administraciones, no son tan acusados, pero sí son una práctica habitual que, en cadena, arrastra al resto de la economía. La Administración pública debería ser especialmente cumplidora en la virtud del pronto pago, ya no sólo para ser ejemplo, sino también para contribuir de esa forma a la recuperación económica. Al inicio de la crisis, el Gobierno lanzó el mensaje de que el sector público amortiguaría la caída y jugaría ese papel de locomotora que había ejercido el sector de la construcción hasta que se desplomó. Con el tiempo, ese mensaje se diluyó, Zapatero viró el timón y, acuciado por el déficit, empezó a apretar el cinturón. Las otras administraciones públicas enarbolaron también la bandera de la austeridad y muchos empezaron a preguntarse quién va a tirar ahora del carro. Alguien debería recordar que ser austero implica no derrochar, pero no necesariamente significa dejar de invertir. Los bancos cierran el grifo, las Administraciones cierran el grifo, y si aún encima el dinero llega tarde a muchos sólo les queda cerrar.

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