El año arranca con la nueva ley contra el tabaco, esa que, básicamente, prohíbe fumar en las proximidades de hospitales y parques infantiles, y en los establecimientos públicos cerrados en los que todavía se podía hacer.
Quizá el punto más débil de la ley es el que tiene que ver con la falta de compensación a aquellos hosteleros que hicieron el esfuerzo por cumplir la norma anterior y establecieron los mecanismos de separación que exigía. Pero, a partir de ahí, tampoco se puede deslizar la idea de que ahora están obligados a retirar aquello que instalaron. Algunos locales han creado espacios que quedan abiertos o cerrados, a modo de reservado, en función de las necesidades de la clientela. La inversión en estos casos no está, ni mucho menos, perdida. Sobre el segundo perjuicio que alega el sector, no merece la pena emitir juicios previos. El tiempo dirá si es cierto que los clientes dejan de ir a la cafetería porque no pueden fumar. La ley es un avance, un claro avance. Hoy, a nadie le llama la atención que el consumo de tabaco esté prohibido en el trabajo. Y eso también lo determinó una ley. Hoy, algún empleado de hostelería ha dicho que se cansa menos y algún cliente se ha asombrado al entrar en determinado establecimiento y descubrir que huele a café y no a tabaco. Pronto dejaremos de sorprendernos por cosas como éstas.
Totalmente de acuerdo...al fin priman los derechos de los no fumadores y de los peques...Era hora.
ResponderEliminarA mi también me gusta que no se pueda fumar en los bares, aunque también estoy a favor de los club de fumadores. Así estará todo el mundo contento.
ResponderEliminarLo que no entiendo es porqué tienen que estar los niños en los bares ¿cuándo sean adolescentes quién les explicará que beber no es una forma de pasárselo bomba? Si desde bebés les has metido cada semana en un bar y te has tomado unas cuantas cañas delante de ellos.
A mi me da una pena ver los bares llenos de carritos de bebés...
En los bares posiblemente no... pero por qué no en las cafeterías.
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