El colectivo okupa goza desde hace años con la simpatía de algunos sectores de la sociedad.
Y en muchas ocasiones los vecinos de los edificios colindantes a los okupados han sido los primeros en salir en su defensa, por las actividades de tipo cultural que desarrollan y la integración en los barrios en los que se asientan. El movimiento enfrenta además a esta sociedad con sus propias contradicciones, como hizo en su día el colectivo de insumisos. Pero con movilizaciones como la del sábado pasado en A Coruña entierran buena parte de esa comprensión ciudadana. No vale la disculpa tan manida de que los incidentes se debieron a un grupo pequeño e incontrolado. Un colectivo que se manifiesta de forma pacífica normalmente es capaz de contener a los exaltados que suelen aparecer en ocasiones como ésta. Los okupas pueden tener sus razones, pero con la movilización del sábado han perdido la razón.
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