La concejala de Medio Ambiente, Nieves Vázquez, se ha llevado hoy a los periodistas de visita por la planta de basuras de Nostián, seguramente con la intención de acabar con esa sensación de opacidad sobre la gestión que en esas instalaciones se hace de nuestros residuos.
Y allí, a pie de planta podríamos decir, ha instado a la Xunta a resolver los últimos trámites para que Nostián y Sogama, en Cerceda, puedan intercambiar sus basuras. Y allí también ha puesto un dato encima de la mesa que no deja de ser sorprendente: los coruñeses separamos hoy un veinte por ciento menos que hace diez años. Cualquiera pensaría que sería justo al revés. La concejala lo atribuye a una supuesta campaña de mentiras del Partido Popular para desgastar políticamente al gobierno local y también para desmotivar a los ciudadanos. Es cierto que algunas informaciones pueden tener ese efecto, pero que ésa sea la intencionalidad es más que cuestionable. En la búsqueda de explicaciones a ese descenso en la separación cabría que preguntarse también cuántas campañas informativas se han realizado en los últimos años, qué explicaciones públicas se han dado sobre el funcionamiento de la planta, qué ha pasado con el compost, por qué no se recepcionan las instalaciones o por qué cuesta tanto aplicar un convenio de intercambio de basuras. La exigible transparencia ha dado hoy un paso, pero la ciudadanía aún tiene muchas dudas sobre un modelo que todavía no ha dado las satisfacciones esperadas.
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