26 de noviembre de 2007

La teoría de la muerte virtual

Cuenta el rector de la Universidade da Coruña, José María Barja, y no mucha gente lo sabe, que en Portugal, por ejemplo, no existe un DNI con un número permanente adjudicado a cada ciudadano. No sólo no existe, sino que además es inconstitucional. La historia que comentaba este mediodía venía a cuento del proyecto que prepara el departamento de informática del Hospital Universitario de A Coruña para que todos los enfermos estén identificados con un chip que no sólo contenga la información médica del paciente sino que además permita su permanente localización vía satélite. Deberíamos realizar el esfuerzo crítico de poner en solfa este tipo de 'avances' cuyo valor práctico es claramente inferior al riesgo que conlleva.
Unamos, por ejemplo, la existencia del DNI con la posibilidad de que lleve incorporado un chip que contenga nuestros datos y una tecnología que permita nuestra permanente localización. Pensemos en una única tarjeta que nos identifique, que sirva para nuestra atención médica, con la que podamos sacar dinero de los cajeros, que nos permita el acceso a las bibliotecas, que sea al mismo tiempo la que nos abra la puerta de casa (hasta las llaves desaparecerán), que sea nuestro carné del trabajo (nos permite el acceso a nuestro puesto al tiempo que controla nuestro horario laboral), que refleje si tenemos o no el permiso de conducir, que pueda ser utilizada para arrancar nuestros coche; en definitiva, que realice todas las tareas que la tecnología ya permite desde ahora. En una primera reflexión podríamos pensar que sería muy práctico, que nos facilitaría la vida. Pero, echando mano de la imaginación que tuvieron algunos escritores para avanzar el futuro, esa tarjeta única abre la puerta a un mundo terrorífico. En un régimen totalitario (y no sólo en este tipo de sistemas) podría ser la herramienta perfecta para lo que llamaré 'muerte virtual'. Quien tenga la capacidad de acceder al ordenador que almacene todos esos datos no necesitará matarnos para sacarnos de delante si somos incómodos. Con sólo apretar una tecla podría suprimir nuestra identidad y conseguir que oficialmente dejáramos de existir. Si anulase esa tarjeta, no podríamos sacar dinero, no podríamos demostrar quiénes somos, no podríamos arrancar nuestro coche, no podríamos acceder a la sanidad, ni a nuestra casa, ni a nuestro puesto de trabajo, no podríamos acudir a un juzgado para denunciar la situación y así un largo etcétera. Es fácil imaginar que terminaríamos en la indigencia. Nos habrían sacado de delante sin habernos matado materialmente. No existiríamos. Y lo que es casi peor: jamás habríamos existido.

3 comentarios:

  1. Qué miedo... Viva el DNI y la Tarjeta Sanitaria normal

    ResponderEliminar
  2. Anónimo10:48 p. m.

    Sí, la verdad es que da miedo, pero yo creo que algunas brisas de ese futuro ya las tenemos aquí. Por ejemplo, ¿qué métodos de control existen hoy, a parte de la ética individual de cada uno, que eviten que un empleado de Hacienda acceda a la información de las personas que desee?...o...¿qué control impide que un empleado del Sergas no acceda, por curiosidad u otro motivo no profesional, a la información médica o personal de quién desee?... Ya sé que la mayoría de los profesionales no utilizan la informática de este modo, pero creo también que, hoy por hoy, hay muchas cosas por mejorar en cuanto al control de la información confidencial. Y es verdad que la utilización de esa información de modo espurio provoca pánico... en fin, que debemos ir, como mínimo, con mucho cuidado y mucha prevención con todos estos avances (supuestos),y exigir el máximo control en cuanto al manejo de la información confidencial que tienen muchos organismos oficiales y empresas... Es, probablemente, lo mínimo a exigir.
    Carlos. A Coruña.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo4:55 p. m.

    ¿No conoces el "Cogito, ergo sum"? ¿Cómo puedes equiparar la identidad o el existir de un ser humano a su presencia en un mundo virtual? Relee "Un mundo feliz" y verás que no es suficiente con matar virtualmente... Esa visión apocalíptica sólo contribuye a alimentar la pedagogía del miedo en la que estamos inmersos. La sóla existencia del homo ludens crea pavor a los poderosos... ¡¡¡HOMO LUDENS AL PODER!!!
    Recuerda, sigo vigilándote.
    A ser bueno y a cuidarse. Nos vemos por el mundo.

    ResponderEliminar

Compartir