17 de noviembre de 2005

30 años no son nada

Parece que la cosa va de aniversarios. El sábado se cumplirán 30 de la muerte del dictador (¿por qué todavía recurrimos a eufemismos como general o ex jefe del Estado para referirnos a la cabeza visible de una dictadura?) Francisco Franco. Pero parece que 30 años no son nada. Manuel Fraga no ha tenido reparos en calificarlo de "pacificador" en la prensa italiana e incluso ha dicho que dentro de otros 30 la Historia hará un juicio "positivo" de su régimen. Será la edad. Será que fue ministro de Franco. Pero asombrémonos un poquito más. Un adolescente de quince años dice: "a mi me gustaría que estuviera aquí otra vez". "¿Por qué?", le pregunta el periodista Enrique Clemente. "Por todos los negros que hay", responde el joven. La información detalla el tipo de colegio en el que estudia el adolescente, en qué ciudad y la clase social a la que pertenece. Pero esos datos me los ahorro porque seguramente si los cambiamos también encontraríamos jóvenes que piensan como nuestro protagonista. Podemos culpar a revisionistas amparados por la Iglesia y sus medios de comunicación, pero nos quedaríamos cortos. Culpémonos a todos. Porque vivo en una ciudad donde Franco todavía es hijo predilectísimo. Porque vivo en una ciudad donde uno de sus mayores buques insignias, el Hospital, conserva aún el nombre del fundador de la Falange en Galicia. ¿Todavía hay quien piensa que no es necesario recuperar la memoria histórica, que es mejor dejar el pasado tranquilo? El pasado nos enseña en el presente para mejorar nuestro futuro.

2 comentarios:

  1. la ciencia ficción y la fantasía heroica (es un decir) siempre tuvieron su público... mira a Tolkien y Harry Potter

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  2. Anónimo11:47 p. m.

    Yo suelo respetar a todo el mundo pero, en casos como los del caudillo y su cuadrilla, hago una excepción. Ellos y no otros fueron y son la mala gente que camina y va apestando la tierra, como escribió Machado. ¿Para cuándo dinamitan el Valle de los Caídos? (previamente desalojado de vivos, que no de muertos). Por cierto, te puedo asegurar que me emocioné muchísimo más sobre la tumba humilde de don Antonio en Colliure que con toda la marmolería que el hijo de puta del dictador erigió en un monte de Madrid. Ya se sabe que la megalomanía es un asunto de acomplejados...

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