14 de mayo de 2012

Reflexiones en el primer aniversario del 15 M

Mañana se cumplirá un año del estallido social del 15 M, un bofetón en toda regla, un grito indignado que clamaba por otras formas en la política y en la economía para hacer más justo un sistema que hace pagar la crisis a los que no la propiciaron. Un año después, las movilizaciones de los últimos días han demostrado que el colectivo sigue vivo, que su voz no se apaga y que sigue siendo una especie de conciencia social capaz de cuestionarlo prácticamente todo. Por mucho que intenten desacreditarlos, los indignados cuentan con un importante respaldo y gozan de la simpatía de aquellos que echaban de menos la protesta en la calle. Pero el 15 M ha sido incapaz de trasladar su influencia a la representación y acción política. Es cierto que su llamada va encaminada a favorecer la participación ciudadana. Y eso es loable. Pero sin representación y sin capacidad de condicionar programas de gobierno su efectividad se diluye.  

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