1 de diciembre de 2011

De la detención de cuatro supuestos miembros de Resistencia Galega

Durante los últimos años diferentes ataques con pequeños explosivos a partidos políticos, sindicatos o intereses del sector inmobiliario han puesto a las fuerzas de seguridad del Estado en alerta. Para los investigadores era conocida la existencia de jóvenes en Galicia que se mueven en ambientes del independentismo y que habían coqueteado con la violencia. Pero las últimas acciones que se atribuyen al grupo Resistencia Galega habían dado un paso más en esa escalada. Hoy, el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco ha acusado de pertenencia a organización terrorista a los cuatro jóvenes detenidos ayer con explosivos preparados para una acción inminente. Serán los correspondientes juicios los que determinen si esas acusaciones se convierten en condena, pero es obvio que nada bueno se puede esperar de quien guarda explosivos en casa o viaja con ellos en el coche. Llama la atención la sinrazón de quien se embarca o mantiene este delirio cuando incluso ETA ha anunciado el fin de las acciones terroristas. Es cierto que las distancias son enormes: ni la historia criminal, ni el apoyo social ni la capacidad operativa son las mismas. Pero éstas últimas detenciones demuestran que no se debe bajar la guardia. Todavía hay quien quiere imponer sus ideas con las armas. 

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