De la visita de Rubalcaba a A Coruña y la cobertura de los actos electorales
La visita a A Coruña de Alfredo Pérez Rubalcaba ha dejado una fotografía: el candidato se ha acercado a la sala a la que se trasladó a los simpatizantes que ya no encontraron asiento en el auditorio. Allí les ha pedido disculpas por el error de cálculo, seguramente por el temor a un pinchazo en un mitin previsto a una hora complicada, las doce y media del mediodía. Rubalcaba los ha saludado y ha improvisado un pequeño mitin que ha sido seguido con aplausos. Muchos de los simpatizantes que se quedaron fuera llegaron con algo de retraso porque venían en autobús desde otros puntos de Galicia. Y cuando descubrieron que tendrían que ver el mitin por la pantalla de un televisor protestaron y lograron ver al candidato en persona. Estos simpatizantes tenían razón y se quejaron. No querían verlo desde la sala habilitada para la prensa, que aceptó, aceptamos, esa posición sin protestas. La queja del público evidencia la anomalía que supone seguir un mitin desde una sala anexa y no desde el auditorio principal. Los partidos, casi todos, han decidido apartar a los periodistas para que vean los actos políticos a través de un televisor que jamás captará lo que no quieran que capte. Las televisiones ofrecen las imágenes grabadas por los propios partidos en las que se omiten las butacas vacías, cuando las hay, o las protestas, que también las hay. Esta forma de organizar la campaña se enmarca en una estrategia general que prepara actos para periodistas sin posibilidad de preguntas. Hoy, la gente de a pie se quejó. Deberíamos empezar a tomar nota.
Dicen que vivimos en un país libre de expresión, aunque con la letra pequeña, bloquean todo lo que pueden. Esto es una muestra de ello.
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