25 de octubre de 2011
De la nueva oleada de incendios forestales en Galicia
Llegó la lluvia y se apagaron los incendios forestales. La experiencia nos dice que es lo más efectivo para sofocar las llamas e incluso para prevenirlas. Y la experiencia nos dice también que las críticas de ahora a la Xunta son parecidas a las que recibió el bipartito. De la misma forma que las explicaciones del actual Gobierno gallego son similares a las que utilizaron sus predecesores. Esas coincidencias evidencian que en muchas ocasiones los discursos políticos se manejan en función del lado de la barrera en la que esté cada uno. No conviene sacralizar los consensos, pero sí parece claro que hay algunos temas centrales que requieren amplios pactos. Y la lacra de los incendios forestales es uno de ellos. Las llamas acorralaron políticamente a populares y nacionalistas sin distinguir su color. Y la única respuesta válida es la conjunta, esa que conjura el fantasma del bandazo en la política forestales. Detrás de los incendios hay causas estructurales que no se solucionan con el desembarco masivo de medios. Sólo las acciones a largo plazo, alejadas de la letanía de las citas electorales, pueden afrontar con solvencia y realismo el problema. O eso, o simplemente esperar a que llueva.
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