9 de abril de 2010

Del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón

No es habitual que salga gente a la calle para defender a un juez, pero con Garzón casi todo es posible.
El mundo judicial anda un tanto revolucionado después de conocer la decisión del Tribunal Supremo de juzgarlo por haberse declarado competente para investigar los crímenes del franquismo. Desde A Coruña, la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica prepara también movilizaciones para respaldar al controvertido juez. Como no se cansa de repetir estos días Iñaki Gabilondo en CNN+, no deja de ser sorprendente que quien se siente en el banquillo sea precisamente la persona que decidió investigar el franquismo y que pasa a convertirse en acusado por una denuncia presentada por falangistas. No entraremos en las cuestiones técnicas, que para eso están juristas y el propio Tribunal Supremo. De hecho, lo más positivo de este proceso es que ahora Garzón sí podrá defenderse con las pruebas que ha intentado aportar sin éxito. El juez de la Audiencia Nacional pudo haber cometido algún error, pudo haber interpretado la relación entre normas internacionales y estatales de forma diferente a la asumida de modo mayoritario, pero cuesta creer que haya cometido un delito de prevaricación, seguramente el más grave en el que puede incurrir un juez.

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