Del movimiento vecinal en A Coruña

Si se cumple el guión previsto, Luisa Varela será reelegida esta noche como presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de A Coruña y Área Metropolitana para los próximos dos años.
La imagen no puede ser más elocuente: hay una única candidatura, de orientación progresista; el sector crítico, afín al nacionalismo, no participará o se abstendrá; y las asociaciones de corte más conservador verán los toros desde la barrera de su propia Federación Vecinal, la Salvador de Madariaga. Si a esos conceptos de progresismo, nacionalismo y conservadurismo les ponemos nombres y apellidos de partidos se nos revelará ante nosotros el auténtico drama del movimiento vecinal actual: una parte importante de estas entidades es una mera correa de transmisión de los tres partidos con representación en la Corporación muncipal. En muchas ocasiones, oímos a representantes vecinales que se quejan de la debilidad de este movimiento, pero en pocas ocasiones vemos esfuerzos por quitarse de encima ciertas ataduras. Nada objetaremos a las ideologías ni a los intentos de los partidos por mantener interlocución con estas asociaciones. Pero el movimiento vecinal seguirá en su debilidad actual si no hace un esfuerzo por reforzar su independencia y por defender únicamente los intereses de los barrios que representan.