18 de febrero de 2010

De la crisis: que me despidan

La crisis económica nos deja a veces situaciones que a simple vista podrían parecer paradógicas aunque en el fondo no lo sean. Hoy, por ejemplo, nos hemos encontrado con un grupo de empleados que se ha concentrado para exigir que los despidan.
Sí, sí, que los despidan. Estos trabajadores no se han vuelto locos. Llevan seis meses sin cobrar, pero el empresario prefiere mantenerlos en su puesto, quizá por falta de recursos para pagar las indemnizaciones, quizá porque piensa que esto algún día se arreglará y podrá volver a su actividad normal. Los empleados han visto cómo pasan los meses y no cobran, y seguramente piensan que si los despiden tendrán derecho a una indemnización y al paro. Y después podrán buscar otro empleo. El mercado de trabajo tardará en recuperarse porque antes tiene que llegar la recuperación económica que hasta el momento apenas ha dado señales de vida. La presión de la alta tasa de paro está a punto de derribar el muro que el Gobierno le había puesto a la reforma laboral, pero en público y en privado los empresarios reconocen que el principal problema no está ahí, sino en el crédito. En muchos casos el grifo del dinero sigue cerrado y sin el soporte de la financiación es casi imposible generar actividad. Cuando vuelva la actividad, sí será paradógico que alguien pida el despido.

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