16 de enero de 2012

De Manuel Fraga y los líderes carismáticos

Durante todo el día se han repetido los análisis y comentarios sobre la figura de Manuel Fraga, que nos dejaba una fría noche de enero. Poco más se puede sumar a las palabras de los que fueron compañeros, amigos, testigos e incluso rivales políticos. Una trayectoria política tan dilatada y una personalidad tan arrolladora dan para mucho y dejan, sin duda, luces y sombras a las que unos y otros se agarran para despedir al político al que sólo faltó ser presidente del Gobierno. Entre las sombras se cita de forma repetida su paso por el régimen franquista. Entre las luces se destaca su capacidad para incorporar a la democracia a la parte de la derecha más reacia a abrir la transición. Son sólo dos ejemplos. Pero con Fraga posiblemente se vaya también una forma de entender el liderazgo, situado por encima de lo políticamente correcto. Se mostraba con claridad y transparencia, con sus defectos y sus virtudes. En tiempos de políticos de laboratorio, de discurso preparado, rehenes de asesores, asombra bucear en las fonotecas para confirmar que los líderes carismáticos de apabullante personalidad ya no son de este tiempo.

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