Si le digo que el tráfico de A Coruña está al borde del colapso seguramente no le descubro nada nuevo.
En muchas ocasiones se habrá desesperado al volante, habrá pensado en rutas alternativas y se habrá dado cuenta de que no hay escapatoria. Es más: seguramente en alguna ocasión haya optado por cambiar el recorrido previsto para desembocar finalmente en un atasco mayor. La superficie de la ciudad es la que es, el número de vehículos que entran y salen es casi insoportable y las vías claramente insuficientes. Con recortes o no, la solución de la tercera ronda no llegará hasta dentro de dos, tres o cuatro años. Y para ese momento es más que probable que la vía se quede pequeña. Las alternativas no pueden esperar mucho más. La tercera ronda es urgente, sí, pero el transporte público ofrece un abanico de posiblidades que sólo aparecen en las promesas electorales cuando los dirigentes que van en coche oficial se llenan la boca con la palabra movilidad.
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