Operación bikini

Leo con interés en MH (sí, sí, Mujer de Hoy) que no hay una dieta milagro, que la única fórmula para perder esos kilos de más acumulados durante el invierno en las zonas más insospechadas es comer sano y caminar al menos media hora al día a paso ligero.
Me propongo el reto, aunque por aquello de ir poco a poco llego a la conclusión de que para la primera jornada lo mejor será andar quince minutos. Preparo mi música favorita para el mp3, me calzo zapatos cómodos, camiseta amplia y vaquero, y me lanzo a la calle. Bajo la avenida de Monelos. Voy bien. Es más sencillo de lo que parecía. Al llegar al final, tuerzo a la izquierda. Salvador de Madariaga. Me empieza a doler el tobillo. Confirmo que aquel esguince de los catorce años no quedó bien curado. Cafetería Noche Día. Qué recuerdos. Ahora es el conjunto de la pierna el que se queja por semejante esfuerzo. Subo por Matogrande. Acelero el paso. Suena Burning. Una mujer ya entrada en años, chándal último modelo, me adelanta sin despeinarse. Mi respiración se acelera. Ella sonríe. Regreso a casa. Hambriento, desvalijo lo poco que queda en el congelador. Me tiro en el sofá. Enciendo el televisor y alcanzo un compromiso conmigo mismo: la próxima vez leeré revistas de hombres. No mejoraré mi estado físico, pero al menos alegraré la vista. Que, tal y como están las cosas, mi cuerpo pide una alegría.